viernes, 6 de junio de 2008

De paseo... por Benviure

Lo malo de que llegue ya el buen tiempo, a parte de la aún evidente falta de agua, es que se termina la temporada de espárragos. Saliendo como salgo todas las tardes (fines de semana incluídos) a caminar un par de horas por la montaña con Terra, siempre se agradece el poderse entretener jugando a buscar cosas, dícese a Wally, dícese erizos, ardillas, lombrices de tierra, saltamontes, tórtolas, gorriones, musarañas, golondrinas, murciélagos, ratones de bosque, topos, jabalíes, víboras, o cualquier otro de los bichos que tenemos al lado de casa y que nos encontramos en nuestra caminata todos los días. Y hombre, tampoco es que le hagamos un feo a un manojillo de espárragos para cenar.

Tenemos la suerte de vivir en una especie de península boscosa, ya que Sant Boi se encuentra rodeado de montaña y bosque por todas partes menos por una, que es precisamente por donde el río Llobregat nos separa de la vecina Cornellà.

En el resto de direcciones estamos prácticamente rodeados por el parque forestal del Montbaig. La montaña más célebre de la zona es la de Sant Ramón, con su ermita en la cima (unos 389 metros de altitud). Bueno, la verdad es que Sant Ramón es el nombre por el que se la conoce pero no es su nombre auténtico. En realidad la montaña de Sant Ramón no es otra que el Montbaig, pero casi nadie lo sabe (ni siquiera la mayoría de los santboyanos), puesto que desde hace mucho tiempo popularmente se llama siempre a la montaña por el nombre de su ermita.

Sant Ramón comparte aledaños con el valle de Santa Bárbara, el estrecho de Roques camino de Sant Climent, el Bori, Can Carreres y Can Paulet en la falda de la montaña de Sant Ramón, que termina en la zona de Benviure antes de volver a subir, esta vez en el centro del pueblo, la corta pendiente de la Montañeta y el Puig del Castell.

Aunque es posible encontrarlos en cualquier parte, incluso en pleno parque de la Montañeta, la zona de bosque más accesible para recoger los codiciados espárragos es, quizás, la de Benviure. El acceso está un poco escondido y no se vé a simple vista desde la calle, pero hay varios caminos que suben desde el estadio del club de fútbol Marianao. Este de la foto es uno de ellos.


Una vez que estamos en el camino de subida, hay algunos trozos en los que puede parecer que se pierde una en medio de la nada verde, pero si miras hacia arriba y ves las copas de los pinos como a diez o quince metros por encima de tu cabeza (es un bosque viejo), da gusto quedarse un rato en silencio escuchando solo los ruidos del bosque. De todas formas, lo de perderse solo es una sensación ya que el camino, aunque estrecho, está perfectamente delimitado (es zona de paso a pie de los vecinos de las casas del pie de la montaña).


Para volver a casa siempre me gusta tomar la pendiente que va desde los palomares a las pistas municipales de petanca, ya que atraviesan una zona sin árboles invadida por la retama y la vegetación baja. Suele ser vegetación muy resistente por estar expuesta a las constantes rachas de viento que soplan todo el año en ese lado de la montaña. Cuando la retama florece, seguir el camino por entre los arbutos amarillos que te sobrepasan en altura es toda una experiencia. Solo hay que tener cuidado de no hacerse ningún arañazo en la cara, porque el camino aquí se estrecha aún más y las ramas de los arbustos grandes de retama están rematadas por unas puntas agudas.

¿En qué parte del recorrido estaban los espárragos? Eso, igual que hacen los boletaires cuando les preguntan dónde encontrar las setas, creo que nos lo vamos a guardar Terra y yo.
¿O es que pensábais que os lo íbamos a contar todo?
;P

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