miércoles, 25 de junio de 2008

Aventuras en el consulado


Faltando a mi sana costumbre de dormir hasta tarde los días que no tengo que aparecer por el trabajo, a las ocho y media he conseguido colocarme en posición vertical y llegar al lavabo, eso sí con los párpados aún ganduleando entre legaña y legaña. En un momento me he despedido de ellas y las he enviado en un crucero de lujo por el desagüe del lavamanos. Un actimel y un yogur de piña después ya estaba a punto para la primera parada de la mañana: la oficina de la seguridad social.

Nada más entrar nos hemos agenciado un par de números del turnomátic. Como la funcionaria del mostrador más cercano no estaba atendiendo a nadie y nos estaba mirando fijamente mientras arrancábamos los papelitos, he pensado en evitarnos una larga espera para después hacerle perder el tiempo a ella. Así que he levantado la tarjeta sanitaria europea del año pasado hasta la altura de mi cara y le he preguntado: "¿Necesitamos algún papel para renovarla o basta con el dni?", a lo que ella, como buena funcionaria que se precie, nos ha contestado "Coje un número y te lo decimos"... Si es que para ser funcionario no vale cualquiera... Podría haber intentado aclararle que no le había pedido que me la renovase, sino solamente que me dijera si tenía que traer algún papel que no hubiese traído, pero he pensado que no valía la pena el esfuerzo y nos hemos sentado a esperar. Afortunadamente, cuando ha llegado nuestro turno nos han atendido en otra mesa y, al cabo de un momento, ya teníamos las tarjetas nuevas.

Después de desayunarnos uno de los impresionantes bocatas que hace el amigo Antonio en la granja de al lado de casa, hemos cogido el tren a Barcelona. Para llegar al consulado de Grecia hay que ir con la línea verde de metro hasta la parada de Mª Cristina (la que está delante del Corte Inglés de Diagonal), salir a la calle y caminar por la avenida Diagonal en dirección al centro comercial de La Illa. El consulado está en el edificio que hay justo antes del hotel Hilton, y la entrada está en un lateral, de frente a la misma puerta del hotel.

Subimos a la sexta planta, leemos bien los letreros para no llamar al timbre del consulado polaco (també és casualitat que siguin veïns) y entramos. Nos encontramos con una señora sentada en una mesa a nuestra izquierda que está tecleando en el ordenador. Prácticamente no levanta la mirada de la pantalla para mirarnos. La saludamos y obtenemos por respuesta un gruñido, será para que vayamos acostumbrando el oído al froñekefroñe de la abuela del anuncio... Empiezo a explicarle que nos queremos ir de vacaciones a Grecia este año y que si... "todo está en estanterías allí"... y sigue tecleando sin inmutarse por haberme interrumpido.

Con más sorpresa que cabreo, pienso un momento en su patente desconocimiento de los dos idiomas locales y en la mala imagen que nos acaba de dar del consulado y, por ende, de su país. Me empieza a dar mal rollo el viaje. Mientras tanto caminamos hacia las estanterías y revisamos los pocos panfletos desordenados que contienen. El mal rollo aumenta. Nos damos cuenta de que en cualquier agencia de viajes podrían habernos facilitado mejor información. Confirmamos que Macedonia, Tesalia, Tracia, Lidia..., no existen. La península del Peloponeso, afortunadamente para nosotros, tiene una pequeña mención en forma de tríptico general (¡un tríptico, como los que te dan con información sobre la gripe en la seguridad social!)... Seguimos buscando, el mal rollo llega al nivel de "esto tiene muy mala pinta". Encontramos un minimapa de Atenas y el Peloponeso... Se salva con un suficiente una guía general de Atenas (se salva hasta que llegamos a casa y al ojearla veo que es una edición antigua del 2.004)... Me da por mirar a la mujer de reojo y veo que sigue a lo suyo. Visto el panorama, nos agenciamos un papelito de cada color y nos dirigimos a la puerta. Al pasar por delante de la señora, nos arriesgamos a preguntarle si podemos usar nuestro carnet de conducir en Grecia sin necesidad de ningú permiso adicional, y ¡oh sorpresa!, es capaz de articular un "sí, no hay problema". Nos despedimos y salimos por patas de la oficina...

El año pasado estuve en el consulado irlandés por la misma razón que hoy he estado en el griego. La chica que me atendió me hizo pasar a una sala, me ofreció una silla, estuvo un rato hablando conmigo mientras me iba comentando la completísima colección de mapa del país, guía de hoteles, guía turística general,..., que me dió. Me preguntó qué idea teníamos para recorrer el país y me dio buenos consejos que nos facilitaron mucho el viaje, el más importante de los cuales fue respecto al tiempo que deberíamos dedicar a cada zona, aproximadamente, para no desaprovechar los días. Gracias a ella cambiamos nuestra idea de estar más de tres días en Dublin y pudimos disfrutar mucho más del Parque Nacional de Killarney...

Estoy pensando que la imagen que me dio la chica del consulado irlandés fue la que luego me llevé del país cuando estuve de visita: la gente es muy amable y todo está limpio y ordenado. Así que el mal rollo ha seguido aumentando y ahora ha entrado en el nivel crítico de "valorando posible replanteamiento de destino". Lo único que ha conseguido contener la masa crítica hasta ahora son las historias que he leído de los sitios que me gustaría visitar y las fotos que otros que ya han estado han colgado en internet...

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