No voy a hablar del estadio de béisbol, porque ya lo han hecho suficiente por la tele a todas horas. El morbo que aún pueda quedar (y seguro que para algunos aún queda), se lo dejo a los magazines de las tardes...
Ahora que ya ha pasado una semana desde el temporal que nos ha hecho salir a los 'santboians' en todas las televisiones, aún nos queda la resaca del tremendo desastre. Cuantos más días pasan y más descubro en mis paseos de las tardes, más terrorífica me parece la fuerza que llevaba el huracán que se nos vino encima. Creo que no exagero demasiado llamándolo así, ya que los vientos fueron superiores a los 100km/h (he oído que rondaron los 120km/h). He estado buscando información por internet sobre este tema, y he descubierto que los huracanes se clasifican siguiendo una escala llamada "Saffir-Simpson". Esta escala clasifica los huracanes según la intensidad del viento, y fue desarrollada en 1969 por el ingeniero civil Herbert Saffir y el director del Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos, Bob Simpson. Según esta escala, y suponiendo ciertos los 120km/h de los que hablaron por la radio la semana pasada, el pasado viernes negro Sant Boi fue azotado por vientos de categoría 1, que es la menor de las 5 categorías de las que consta la escala Saffir-Simpson.
Según las especificaciones de esta escala, los vientos de categoría 1 no provocarían daños en las estructuras de los edificios. Básicamente afectarían a casas flotantes no amarradas, arbustos y árboles, y producirían inundaciones en zonas costeras y daños de poco alcance en puertos. Bueno, esto está bien, pero yo he visto como ha quedado el pueblo y me atrevo a suponer que tuvimos alguna que otra racha un poco más fuerte (no hace falta que mencione otra vez el estadio...). Sin ir más lejos, en el patio de casa nos hemos encontrado con trozos de varios de los edificios vecinos: ladrillos enteros, voladizos, azulejos, uralitas y planchas retorcidas de tabiques fluviales. En cuanto a los árboles arrancados que he visto con mis propios ojos... bueno, no eran arbustos precisamente.
En La Muntanyeta, en la explanada de detrás de la biblioteca pública de Jordi Rubió i Balaguer, era como si una mano gigante hubiera aplastado todos los pinos en la misma dirección. Estaban arrancados de cuajo o partidos por las raíces.
En el jardín de la Llar Sant Josep el viento fue capaz de tumbar un pino centenario. Era más alto que el edificio de 5 plantas que hay justo al lado, y el diámetro del tronco rondaría el metro. En su caída derrumbó tres muros, aplastó un Renault Clio, e invadió dos patios con la copa. Me dio mucha pena ver este pino así, porque ya lo recuerdo enorme cuando yo era pequeña (la zona era todo montaña, íbamos a hacer la clase de gimnasia allí con el colegio).
Por la zona de Benviure ha sido todavía peor. No me atreví a ir por allí hasta pasados seis días del desastre y, cuando por fin vi cómo había quedado todo, fue tremendo. El viento ha destrozado más de la mitad del bosque, árboles viejos y grandes arrancados de cuajo, levantando en el aire las raíces enteras y toda la tierra que las rodeaba, y dejando un enorme agujero en el suelo. La mayoría de las raíces que he visto eran más altas que yo, y algunas incluso llegarían a la altura del balcón de un primer piso. Hice algunas fotos que he colgado en mi zona de Picassa, pero creo que no son capaces de dar fe de lo que se siente cuando se camina entre esos troncos destrozados... Era como si hubieran bombardeado la zona... En cuanto pueda, colgaré los videos en YouTube y colocaré aquí un link.
En fin, que creo que nos va a costar mucho poder recuperar la zona del tremendo estropicio, si es que es posible recuperar algún día la gran cantidad de bosque echado a perder. Espero no tener que volver a ver algo así nunca más.
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